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Por: Luiz Cláudio Borges / Supervisor de Sistemas de Gestión y Riesgos/Supervisor de Gobernanz
La palabra Riesgo tiene origen en el idioma italiano antiguo y deriva de la palabra “risicare”, que significa osar.
Desde el principio de los tiempos y debido a la fuerza de los acontecimientos, la humanidad se vio obligada a aprender que la mejor manera de superar los obstáculos se consigue por medio de la osadía. Correr riesgos frente a la diversidad de situaciones se convirtió cada vez más en una opción frente a los acontecimientos.
De esta manera, correr riesgos y aventurarse en situaciones de riesgos se volvió una gran diferencia para conseguir alcanzar los objetivos.
Las decisiones se tomaban bajo una fuerte emoción y sin ninguna visión de la comprensión real de los riesgos y de las posibles consecuencias.
En esa época turbulenta, el enfoque científico basado en los cálculos matemáticos surgía como una plataforma de toma de decisiones. Los matemáticos transformaron la teoría de las probabilidades en un instrumento poderoso de organización, interpretación y aplicación de la información y, de este modo, pasaron a utilizar ese instrumento para minimizar los riesgos con base en los resultados de sus análisis.
La evolución de esos análisis comenzó a aplicarse en los seguros marítimos, lo que se convirtió en un negocio emergente en Londres en el siglo XVIII. La navegación era el principal medio de comercio entre los pueblos y su práctica representaba grandes riesgos a los resultados de los negocios. Aunque incipiente y desestructurada, se iniciaba una práctica que tenía en cuenta los posibles riesgos que debían enfrentarse.
A lo largo de los tiempos, las técnicas y las prácticas del análisis de riesgos se fueron moldeando de acuerdo con las experiencias y necesidades que fueron surgiendo en cada país, las cuales también fueron adaptándose a cada realidad.
Surgía entonces la Gestión de Riesgos, que tuvo origen en la misma escuela de la Administración de Empresas, que impulsó los procesos de Calidad y de Productividad aplicados en los Estados Unidos y Japón.
En Brasil, la gestión de riesgos se inició en la segunda mitad de la década de 1970 con un enfoque orientado al área de seguros debido a la necesidad de prevenir pérdidas de bienes patrimoniales, sobre todo por el riesgo de incendio y los riesgos del área financiera y de crédito.
Con el intercambio entre los países y la mejor compresión de la utilización de las técnicas de prevención de riesgos, el horizonte de aplicación de la gestión de riesgos se amplió a otros tipos de eventos, incorporando un carácter preventivo.
Ante una nueva visión de lo que los riesgos podrían representar para las operaciones en términos de pérdidas, las empresas pasaron a entender que los riesgos necesitaban gestionarse. Es lógico que el riesgo nos acompaña en todas nuestras acciones y que es inherente a cada una de ellas, pero también es visible que no puede tratarse de una única manera. Las situaciones no pueden tratarse de una forma puramente racional, ignorando las diversas posibilidades de pérdidas relacionadas con los diversos entornos.
Estamos viviendo en un mundo “VUCA”, donde la realidad nos trae en un entorno cada vez más Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Lo que tenemos hoy puede no ser la realidad de mañana. ¿Cómo lidiar con lo imprevisible y tener que tomar decisiones acertadas sobre la base de información incompleta y en constante cambio?
Los acontecimientos de los años 2000, vinculados a los actos terroristas como el del 11 de septiembre, los fraudes en las empresas estadounidenses como Enron y los diversos casos de corrupción en Brasil vinculados a la operación Lava Jato formaron un conjunto de impulsores del proceso de gestión de riesgos. Se volvió fundamental monitorear tanto el entorno interno como el externo y las diversas variables que de alguna forma pueden impactar en la Cadena de Valor de las empresas.
Cada vez más el ambiente de negocios exige la necesidad de elegir, y esa elección debe estar alineada con los objetivos estratégicos, la misión y los valores de la empresa.
La Gestión de Riesgos tiene como objetivo proporcionar mecanismos de análisis y control que permitan una actuación rápida y dirigida a los posibles riesgos que pueden afectar los objetivos, así como transformar esos riesgos en oportunidades de diferenciación frente al escenario competitivo.
Estamos en plena era de la información. La Cuarta Revolución Industrial está incorporando los procesos tradicionales y transformándolos en procesos basados en la información.
Debemos preocuparnos por las diversas disciplinas de riesgo. No es suficiente que tengamos un enfoque único para los riesgos financieros y operativos. En ese sentido, las diversas disciplinas de riesgos deben integrarse en un único marco, bajo la misma política, y que sea capaz de gestionar esas disciplinas sin perder de vista los objetivos de la empresa.
El entorno actual de negocios requiere identificar los riesgos, así como lograr una interconexión entre ellos y los efectos en cascada que pueden resultar de su combinación. En otras palabras, el gestor debe ser capaz de tener una visión ampliada del entorno del negocio, donde las diversas disciplinas de riesgos que pueden causar cualquier tipo de impacto sean identificadas individualmente o combinadas entre sí.
Como práctica, se debe adoptar un modelo de análisis e inteligencia en los riesgos enfocado en los riesgos considerados críticos, proporcionando una visión holística de la situación a quienes toman decisiones. Este análisis debe proporcionar elementos suficientes para que las soluciones se apliquen, manteniendo un seguimiento adecuado para cada una de ellas. El aspecto preventivo servirá como una anticipación frente a los posibles riesgos que puedan representar una amenaza a la corporación.
La experimentación y la evolución de los procesos de análisis de riesgos impulsaron el desarrollo de diferentes modelos de gestión, y algunos de ellos terminaron convirtiéndose en referentes de mercado. Podemos citar entre las mejores prácticas de gestión de riesgos: COSO I, COSO II, ISO 31000 y el Método Brasileño.
Algunas normas del Sistema de Gestión también incorporaron como requisitos el análisis y la gestión de riesgos. Entre dichas normas podemos citar la NBR ISO 9001: 2015, la NBR ISO/IEC 27001:2013 y la ISO 14298. Algunos otros estándares normativos ya dan señales de que en sus revisiones empezarán a adoptar la gestión de riesgos.
Es evidente que la gestión de riesgos está cada vez más incorporada a las actividades del entorno de negocios.
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